La ciencia en España en estado crítico

Editorial en la revista Nature Materials, Abril 2013, en traducción propia. Llamadas e imágenes añadidas.

Las promesas de Mariano Rajoy de hacer de la ciencia una prioridad, requieren salvarla de la austeridad.

En el año 2009, el bioquímico español Joan Guinovart argumentó que España estaba arruinando su ciencia "por el costo de seis Ronaldos". El país estaba a punto de comenzar una oleada de recortes en el presupuesto de ciencia que no han parado desde entonces. Guinovart, entonces presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), quería decir que la austeridad que afectaba tanto a la ciencia era un pequeño ahorro para el presupuesto del estado: equivalente al costo de contratar a un grupo de jugadores de fútbol.

Desde entonces, los recortes de gastos han aumentado en varios "Ronaldos", y la ciencia española está ahora en estado crítico. El gobierno de Mariano Rajoy (Partido Popular) todavía está a tiempo de cumplir con sus promesas de hacer de la investigación y el desarrollo una prioridad, pero esto requiere un "viraje en U" en su política científica.

Tras una década de incrementos en el financiamiento científico, España comenzó a recortar su gasto en investigación y desarrollo en 2010, cuando José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) estaba a cargo. Desde entonces, la inversión en ciencia se ha reducido cada año y el gobierno ha reducido su inversión total en un 39% con respecto al nivel del 2009¹. La combinación de austeridad y recesión hizo que el porcentaje del producto interno bruto (PIB) invertido en ciencia cayese por primera vez en 2011, bajando 1,33%. En el mismo año, el número de personas dedicadas a la ciencia fue un 3.1% menos que en 2010, una posible señal de fuga de cerebros.²

A las ciencias físicas les ha tocado su parte en austeridad. Más allá de los recortes impuestos por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (CSIC) y las universidades, centros como el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) han visto caer sus fondos estatales en 25 % y 29%, respectivamente, desde el año 2009. El sincrotrón Alba, inaugurado en 2010, con siete líneas de luz aprobadas, no tendrá ninguna línea más aprobada hasta finales del 2013 por lo menos, a pesar de que está diseñado para tener 32. Además, España debe dinero al CERN y la Fundación Europea de la Ciencia (ESF),³ y ha reducido su participación en los programas opcionales de la ESA en un 75%. Además, todavía no está claro si va a seguir participando en el proyecto del Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT).

La situación se vio agravada por la decisión de Rajoy para absorber el Ministerio de Ciencia en el Ministerio de Economía.⁴ Más aún, el biotecnólogo responsable de la ciencia en el gobierno, el secretario de Estado Carmen Vela, parece ser un rehén del Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Su ministerio ha bloqueado la creación de una Agencia Estatal de Investigación anunciada por Vela, ha impuesto retrasos en las convocatorias y en su resolución, y ha negado la transferencia de dinero a grupos que habían ganado las convocatorias anteriores, con el argumento de que la región donde operan no había cumplido límites de déficit impuestos por el Estado.

El desconcierto provocado por estas políticas desencadenó en 2012 la Carta abierta Por La Ciencia,⁵ un esfuerzo conjunto sin precedentes de todos los actores científicos (de las sociedades a los sindicatos) para protestar contra los recortes. Ésto le ha dado una voz pública a una comunidad científica, tradicionalmente pasiva en los debates políticos. Sin embargo, las protestas están lejos de la intensidad de otras, como los de la francesa Sauvons la Recherche en 2004, cuando un millar de líderes de los grupos firmaron una carta de renuncia común en protesta a los recortes.⁶

España todavía posee un gran capital de ciencia e innovación. Ocupa el noveno lugar del mundo en cuanto a número de publicaciones y tiene excelentes grupos de investigación (como los financiados por el programa Consolider, que se ha cerrado) y centros de investigación (como los financiados por el programa Severo Ochoa⁷).

Carmen Vela escribió en Nature⁸ que los recortes presupuestarios deben convertirse en una oportunidad para dar prioridad a la excelencia. La mayoría de las organizaciones científicas coinciden en que las reformas son necesarias para recompensas mejor el mérito, pero sienten que hablar de la excelencia es una excusa para desviar la atención sobre la alarmante falta de fondos: la excelencia necesita un sistema científico sólido como base. La estrategia en ciencia creada por los planes del gobierno busca llegar a un objetivo de invertir el 2% del PIB en ciencia en 2020. Pero su objetivo es conseguirlo sin más financiación pública: sólo mediante la estimulación de un incremento de la financiación privada. Es poco probable que ésto vaya a funcionar, dadas las actuales condiciones financieras del sector privado.⁹

Si Rajoy quiere realmente hacer de la ciencia una prioridad, se debe coordinar con urgencia las acciones de los ministerios de economía y finanzas, para proteger la la investigación y el desarrollo de medidas de austeridad draconianas. Los compromisos internacionales deben ser respetados, los llamados a concurso deben ser resueltos dentro del plazo, los fondos asignados deben ser entregados en el momento oportuno, y los permisos para contratar a nuevos científicos en el sector público se deben utilizar (en la actualidad sólo una participación por cada diez jubilaciones se ha permitido, pero varios centros no son capaces de lograr incluso una tasa tan baja).

Tanto la mayoría como la oposición están de acuerdo en que la ciencia y la innovación son las claves para superar la actual recesión, por lo que nuevos recortes en el presupuesto del año próximo serían incomprensibles. De lo contrario, el compromiso del gobierno con la ciencia seguirá siendo inexistente, y España va a terminar consumiendo lo que debería sembrar.