El dinero, tal como la democracia, es una solución basada en una convención. Ambos son parte de un protocolo o software que ejecutamos como sociedad en forma distribuida. El dinero nos ayuda a decidir individualmente acerca del valor relativo de distintas cosas, incluyendo el valor relativo del tiempo y esfuerzo de distintas personas. La democracia nos ayuda a decidir acerca del valor colectivo de alternativas sobre asuntos que afectan a grandes grupos de la sociedad.
El dinero es muy conveniente porque disminuye la complejidad de las decisiones sobre el valor de las cosas. Ya no tenemos que comparar el valor de cada cosa con todas las demás ¿cuántos kilos de arroz por un par de zapatos? ¿cuántos panes por un corte de pelo? Simplemente, comparamos el valor de cada cosa con una entidad de referencia [*].
El dinero como tecnología puede implementarse de muchas maneras, y hemos probado al menos un par de variantes durante nuestra historia. En un extremo, están los sistemas totalmente descentralizados, como la utilización de conchas que aparece en este grabado de 1845 — legal o ilegalmente, cualquier persona puede recolectar conchas, pulirlas y utilizarlas como moneda.
En otro extremo, están los sistemas semi-centralizados, que es la implementación dominante en los últimos siglos. Una cantidad pequeña de autoridades, cada una usualmente pero no siempre controlada por un solo Estado, decide la cantidad en circulación de la unidad monetaria, y permite que las personas intercambien dicha unidad en la forma que quieran dentro de ciertos límites.
Hace literalmente siglos que los intercambios de dinero no requieren del intercambio de unidades físicas anónimas (monedas o papel), sino que pueden hacerse en forma remota, mediante cheques u órdenes de pago. Hoy en día la mayoría de las transacciones de cantidades no triviales son realizadas en forma completamente digital, mediante órdenes de transferencia realizadas a los bancos. Existen de hecho Estados que prohíben que transacciones de una cierta cuantía sean hechas mediante intercambio de unidades físicas, y hay un fuerte control al movimiento de moneda física entre países.
¿Cuándo funciona bien el dinero como software?
El valor del dinero puede variar, pero idealmente estas variaciones no deberían ser demasiado rápidas. El dinero puede cambiar de valor para reflejar desarrollos tecnológicos, cambios en la calidad o disponibilidad de insumos, etc. Cuando su valor relativo a las cosas disminuye hay inflación. Cuando su valor relativo a las cosas aumenta hay deflación. Si lo único que hiciese el dinero fuese servir como medio de comparación, no importaría la velocidad de estos cambios — al margen de los asuntos prácticos como re-etiquetar el precio de las cosas en las tiendas.
El problema es que el dinero además sirve dos propósitos: es un medio de intercambio y es un medio de acumulación y crédito. Como medio de intercambio, si la moneda puede aumentar muy rápido su valor (deflación) a nadie le conviene gastar. Como medio de acumulación, si la moneda puede disminuir muy rápido su valor (inflación) a nadie le conviene ahorrar ni prestar dinero y el sistema de crédito colapsa. Si la moneda fluctúa demasiado rápido, entonces no sabemos qué comprar, qué producir, etc. Si una forma de dinero no genera las señales que necesitamos, si no consigue que la gente establezca intercambios con otros, ni permite la acumulación ni el crédito, no sirve su propósito de ayudarnos a asignar recursos de forma eficiente.
Las Islas Caimán en tu bolsillo
Bitcoin es la implementación del software"dinero" más descentralizada que existe. Para empezar, todo el código de la implementación es libre y abierto.
El sistema se inicializa con "monedas" que se materializan en distintos nodos en forma descentralizada. Cualquiera puede usar poder de cómputo para crear Bitcoins (hacer "minería de Bitcoins") de acuerdo a una agenda pre-establecida.
Bitcoin es básicamente un libro de contabilidad que vive en una red P2P. Este libro de contabilidad mantiene transacciones del tipo "De la billetera B1 a la billetera B2, 0.5 Bitcoins". Las transacciones son totalmente públicas, pero las identidades de las billeteras son seudónimas, y una persona puede crear gratis tantas billeteras (vacías inicialmente) como quiera.
Transacciones seudónimas más un sistema de criptografía seguro y con denegabilidad (incluso un experto en seguridad no puede demostrar que tienes un archivo encriptado en tu disco o en la nube), convierten a Bitcoin en un paraíso fiscal. Puedes andar trayendo la cantidad de dinero que quieras y nadie puede detectarlo. Puedes hacer pagos o recibir dinero bajo un seudónimo, de hecho bajo seudónimos distintos para cada pago. Aunque sus mismos creadores lo quisieran, no podrían imponer controles sobre lo que la gente hace con los Bitcoin, ni embargar Bitcoins, ni cobrar impuestos.
Raros ítems de coleccionista
Sin embargo, hay un par de motivos por los cuales Bitcoin en su implementación actual resulta un ítem de coleccionista más que una moneda virtual. La primera es que el sistema tiene muy poca fricción, y por lo tanto está expuesto a oscilaciones que, como explicamos, lo hacen inviable como moneda.
Los Bitcoins han variado enormemente de valor. Hace más de un año costaban unos 20 dólares cada una. La semana pasada hubo un "colapso" que los llevó de valer ~200 dólares por Bitcoin a ~100 dólares por Bitcoin. En los últimos dos meses su valor ha cambiado de 16% a 200%, en comparación con por ejemplo el oro que ha cambiado de 98% a 106%. Evidentemente, en estas circunstancias la cantidad de especulación que hay es mucho mayor que la de intercambios reales de Bitcoins por bienes o servicios.
La segunda razón es que por diseño los Bitcoin 1.0 están limitados a una cierta cantidad: 21 millones de Bitcoins para el año 2040. Para reemplazar al 1% de la economía en dólares, cada Bitcoin debería valer USD$3,700. Ir de aquí (USD$100 por Bitcoin en 2013) a ese punto tomaría entre un 14% y un 15% de apreciación anual. En esas circunstancias nadie gastaría sus Bitcoins — y estamos hablando de reemplazar solamente el 1% de la economía en dólares.
En cierto sentido, este problema es similar al que enfrentaban las monedas cuando se usaba el patrón oro, en que cada moneda y billete debía estar respaldado por una cantidad física de metal. Si la oferta estaba limitada a la cantidad de oro disponible, esto limitaba el uso en general de la moneda.
El consenso es que el Bitcoin en su implementación actual no es competitivo como mecanismo para reemplazar a ninguna de las grandes monedas actualmente en circulación, y que seguirá expuesto a grandes variaciones. Alguna gente ganará dinero, otras perderán dinero, los periodistas seguirán hablando de burbuja y comparándolo con la Tulipomanía, etc. En el fondo los Bitcoin en su forma actual son ítems de coleccionista: vistosos y volátiles, pero siempre vendibles.
Sólo el comienzo
El sistema de Bitcoin ha resistido hasta ahora varios embistes tremendos: en el 2010 hubo un fork del libro que generó ambigüedades, el mismo año se descubrió y explotó una falla de seguridad que fue reparada pero que requirió ponerse de acuerdo para invalidar unas transacciones falsas, el mayor intercambio de Bitcoins por dólares (MtGox) sufrió una falla de seguridad en el 2011, etc. De todas las cosas malas que podían suceder, han sucedido bastantes — pero el sistema sigue en pie.
El protocolo puede ser mejorado, por ejemplo la extensión Zerocoin convierte las transacciones de seudónimas en anónimas. Básicamente, la red se convierte en un mecanismo de lavado de Bitcoins que hace imposible rastrear de dónde salió un Bitcoin dado.
Hasta el momento no hay ninguna razón por la cual, en principio, otros problemas no pueden ser también solucionados. El "techo" de 21M para el suministro de Bitcoins puede moverse si un grupo grande de usuarios se convence de que es algo conveniente para la economía de los Bitcoins. Algo de fricción puede imponerse también en el sistema para atenuar las oscilaciones de valor.
La única amenaza real es que conforme este tipo de moneda digital descentralizada cobre fuerza, los gobiernos defenderán su capacidad de controlar la economía con uñas y dientes. De hecho, EE.UU. ya ha comenzado a advertir a los que venden Bitcoins por dólares que deben registrarse y someterse a la misma regulación contra el lavado de dinero que otros negocios. Pero aunque los gobiernos pueden dificultar la economía Bitcoin, es muy difícil que puedan detenerla.
Estamos en un punto muy interesante de la historia económica. Apostar a que Internet y los innovadores que la red conecta encontrarán solución a estos problemas es una apuesta segura — probablemente mucho más que comprar Bitcoins 1.0.
Fuentes: Time, Natural News, The Guardian, NY Times, The Atlantic, Tech Crunch, Forbes, Cryptography Engineering. Imágenes: Wikipedia: Shell Money, Bitcoinity.org. Agradecimientos a Juan Pedro Eberhard por comentarios sobre una versión preliminar de este artículo.
[*] En jerga computacional, pasar de O(N2) a O(N) comparaciones.